Jesús, el Hijo del Hombre: El modelo perfecto de la humanidad restaurada
- Pr. Cristián Millán
- 11 oct
- 5 Min. de lectura

Introducción: Rompiendo los mitos sobre Jesús
Durante mucho tiempo, el pensamiento religioso nos ha hecho creer que llegar a ser como Jesús es algo imposible, algo reservado solo para Él. Muchos creen que Su vida fue tan santa y poderosa que nosotros jamás podríamos imitarla, y por eso nos limitamos a admirarlo sin seguir Su ejemplo.
Sin embargo, Jesús no vino a mostrarnos una vida inalcanzable, sino a revelarnos el diseño original del hombre, el modelo que el Padre soñó desde el principio.
“Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo.” — Romanos 8:29 (RVR1960)
Jesús vino a reconciliarnos con el Padre y a revelarnos una nueva identidad: la de hijos. Todo lo que Jesús hizo —su manera de orar, amar, servir, obedecer y vivir lleno del Espíritu— fue para mostrarnos cómo se vive la verdadera vida del Reino.
“Ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí.” — Gálatas 2:20 (RVR1960)
Necesitamos cambiar nuestro lenguaje y nuestra mentalidad: No debemos decir: “Yo nunca podré ser como Jesús”, sino: “si Cristo vive en mí, entonces Su vida sí puede manifestarse a través de la mía.”
“El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo.” — 1 Juan 2:6 (RVR1960)
I. Jesús: el Hijo del Hombre: el modelo de la humanidad restaurada
Jesús usó el título “Hijo del Hombre” más que cualquier otro. Con este nombre se identificó con nosotros, revelando Su divinidad y Su humanidad perfecta.
“Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre… y le fue dado dominio, gloria y reino.” — Daniel 7:13–14 (RVR1960)
Cuando Jesús se llamó a sí mismo “Hijo del Hombre”, mostró el diseño original de Dios para la humanidad: un hombre que vive en perfecta comunión con el Padre, lleno del Espíritu y reflejando Su Reino en la tierra.
“El Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.” — Lucas 19:10 (RVR1960)
“El Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.” — Mateo 20:28 (RVR1960)
JESÚS COMO EL NUEVO ADÁN
Jesús es llamado “el postrer Adán” (1 Corintios 15:45), porque vino a restaurar lo que el primer Adán perdió: la relación, la obediencia y el dominio espiritual bajo la voluntad de Dios.
“Por la desobediencia de un hombre muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, muchos serán constituidos justos.” — Romanos 5:19 (RVR1960)
Él nos mostró cómo vive un hombre que camina lleno del Espíritu, rendido al Padre y fiel a Su propósito.
II. Jesús, el Hijo del Hombre, caminó bajo el amor, el favor y la gracia de Dios
1. EL AMOR: LA BASE DE SU IDENTIDAD Y OBEDIENCIA
“Y hubo una voz de los cielos, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia.” — Mateo 3:17 (RVR1960)
Antes de hacer milagros, Jesús fue afirmado por el amor del Padre. Él no actuó para ser amado, sino porque ya era amado. Esa seguridad le permitió obedecer sin miedo y amar sin condición.
2. EL FAVOR: EL RESPALDO DEL CIELO SOBRE SU VIDA
“El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido…” — Lucas 4:18 (RVR1960)
“El cual… se despojó a sí mismo… haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.” — Filipenses 2:6–8 (RVR1960)
El favor de Dios es el respaldo divino sobre el hombre que vive en obediencia. Jesús no buscó el favor de los hombres, sino el favor del Padre, y por eso el cielo respaldó cada palabra y cada acción.
3. LA GRACIA: EL PODER PARA HACER LO QUE ES IMPOSIBLE HUMANAMENTE
“Y crecía Jesús en sabiduría, en estatura y en gracia para con Dios y los hombres.” — Lucas 2:52 (RVR1960)
“Porque la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo.” — Juan 1:17 (RVR1960)
La gracia no solo perdona, capacita. Fue la gracia la que permitió a Jesús vivir sin pecado, perdonar, resistir la tentación y amar hasta el final.
AMOR + GRACIA + FAVOR = AUTORIDAD ESPIRITUAL
Jesús tuvo autoridad no por imponer poder, sino por vivir completamente sujeto al Padre.
“Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra.” — Juan 4:34 (RVR1960)
El amor lo sostuvo, la gracia lo capacitó y el favor lo respaldó. Ese mismo molde está disponible para cada hombre que decida vivir rendido a la voluntad de Dios.
III. Viviendo como el Hijo del Hombre hoy
Jesús nos mostró cómo debe vivir el hombre lleno del Espíritu Santo:
En comunión constante con el Padre: “Él se apartaba a lugares desiertos, y oraba.” — Lucas 5:16 (RVR1960)
En obediencia total a la Palabra: “Yo hago siempre lo que le agrada.” — Juan 8:29 (RVR1960)
En servicio a los demás: “Ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis.” — Juan 13:15 (RVR1960)
En autoridad espiritual: “Manda a los espíritus inmundos, y le obedecen.” — Marcos 1:27 (RVR1960)
En dependencia del Espíritu Santo: “Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán.” — Lucas 4:1 (RVR1960)
Aplicación práctica:
• Seamos discípulos de oración y comunión diaria.
• Decidamos obedecer aunque nos cueste.
• Sirvamos sin buscar reconocimiento.
• Cuidemos nuestro hogar con autoridad espiritual.
• No dependamos de nuestras fuerza, sino del Espíritu Santo que habita en nosotros.
IV. Como Cristo para nuestras familias y para los demás
Jesús no solo nos reconcilió con el Padre; también nos revistió de Su vida para que lo representemos ante otros. Ser “como Cristo” no es solo recibir los beneficios del Reino, sino llevar el Reino a quienes nos rodean.
“Porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos.” — Gálatas 3:27 (RVR1960)
“Cristo en vosotros, la esperanza de gloria.” — Colosenses 1:27 (RVR1960)
PRINCIPIO: Nuestro rol como discípulos es ser Cristo para nuestras esposas(os), nuestros hijos, nuestros amigos, vecinos y colegas. Esto significa reflejar Su carácter, Su compasión y Su autoridad en todas las áreas donde Él nos ha puesto como representantes del Reino.
MANERAS PRÁCTICAS DE SER COMO CRISTO:
Ama como Cristo amó: “Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia.” — Efesios 5:25. Sé paciente, perdonador y protector en tu hogar.
Sirve como Cristo sirvió: “El Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir.” — Mateo 20:28. Ayuda, escucha y acompaña a los que te rodean.
Ora como Cristo oró: “Y se levantó muy de mañana… y oraba.” — Marcos 1:35. Intercede diariamente por tu familia y tus hermanos.
Perdona como Cristo perdonó: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.” — Lucas 23:34. Libérate del rencor y enseña a tus hijos a perdonar.
Vive con integridad. “El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo.” — 1 Juan 2:6. Sé coherente entre lo que dices y lo que haces.
Provee con fe y confianza. Reconoce que el Padre es tu fuente y enseña a tu hogar a depender de Su provisión.
Corrige con amor y sabiduría. Guía sin destruir, disciplina sin herir, y forma con ternura.
Lleva esperanza donde hay oscuridad. En tu trabajo, comunidad o entorno, sé una voz que anima, que ora y que sostiene.
Conclusión
Jesús, el Hijo del Hombre, no solo vino a redimirnos, sino a mostrar el diseño original del hombre lleno del Espíritu Santo, obediente y en comunión con el Padre. Él es el molde, el ejemplo y el poder para vivir esa vida hoy.
“Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados.” — Efesios 5:1 (RVR1960)
El Reino necesita hombres y mujeres que vivan como Jesús vivió, amen como Él amó, sirvan como Él sirvió y lideren como Él lideró. No para su propia gloria, sino para que el mundo vea a Cristo reflejado en nosotros.




Comentarios